El paraíso
del comprador:
Durante muchos años ha formado parte del pensamiento popular español
la creencia de que una casa es tuya solo si está a tu nombre. El alquiler
quedaba para insensatos e inconscientes que no tardaban demasiado en echarse al
vuelo de lugar en lugar. Según varios estudios las políticas tomadas desde el
gobierno influencian en gran medida la tendencia a la compra o al alquiler. En
este mismo sentido, desde la Universidad Católica de Ávila, ofrecen un
clasificación de las distintas líneas de políticas de viviendas en los
distintos países de la comunidad europea
-Uno de los grupos es el formado por países como Francia,
Alemania o Dinamarca, donde encontramos un amplio mercado de alquileres
privados, y a su vez, una gran inversión pública en incentivar el régimen de
tenencia de alquiler.
-En un segundo bloque, aparecen países como Suecia, Reino Unido
o los Países Bajos, donde la característica principal es la existencia de un
gran número de viviendas sociales de alquiler, como reflejo de la intervención
estatal en materia de vivienda.
-Finalmente encontramos el grupo al que pertenece España.
Casualmente en esa misma lista encontramos también a países como Grecia,
Irlanda o Portugal, que durante el último año han dado muchas noticias en
relación a su pésima situación económica, y a la necesidad de intervención en
ellos de la Unión Europea. En este grupo, que sin duda parece arrastrado al
pozo de los hermanos pobres de la UE, la característica principal ha sido un
reducido gasto social en materia de vivienda, muy por debajo de la media
europea. Este estudio se realizó con
datos de la primera década de siglo, y destaca España por un parque muy reducido
de vivienda de protección social, y un mercado de alquiler privado muy limitado.
Por diversos motivos,
España ha sido desde siempre un país con más tendencia a la compra de vivienda
que muchos de sus vecinos europeos. Entre las razones por las que nos
inclinamos hacia la vivienda en propiedad están las muchas ayudas que ya desde
los años 60 el gobierno viene realizando para la adquisición de una vivienda
habitual, principalmente en forma de deducciones
fiscales y de menores retenciones en la nómina mensual.
Para muchos, la excusa principal para entrar en una hipoteca ha
sido que el coste mensual de la misma era similar
o inferior al pago de un alquiler, con la indudable ventaja de ser el dueño
de la casa. Además, la inversión en vivienda se contemplaba como la panacea del
mercado, donde tras pocos años de la inversión, podía llegar a ganar un 50% más
de lo invertido, con la venta de la vivienda.
En concreto, entre los años 1997 y 2002, el precio de la vivienda
registró subidas en términos reales acumulados del 55%, según el análisis del
precio de la vivienda en España, hecho por el Servicio de Estudios del Banco de
España.Todo esto hacía mucho más atractiva la idea de comprar un piso que la de tener
un alquiler, que tendía a valorarse como una forma de tirar el dinero, ya que
por el mismo precio no se obtenía un título de propiedad.
Muchos de los afectados por las hipotecas afirman también que
otra ventaja que el banco les ofrecía era conseguir la hipoteca por el precio
total del piso, y añadiendo también algún dinero más para el coche familiar, o
los gastos del viaje de novios.
Esta práctica de sobre-tasación se ha hecho además de
una forma indiscriminada por parte de los bancos, sabiendo en muchas de las
ocasiones, que el cliente al que le hacían el préstamo seguramente no sería capaz
de devolverlo. Nos encontramos aquí
frente a dos problemas diferentes. Por un lado, la inseguridad de la devolución
del préstamo, especialmente cuando éstos se otorgaban a familias en situación de inestabilidad como trabajadores
temporales, y por otro, que el préstamo realizado era con frecuencia igual o
superior al precio de la vivienda.
à Las
dificultades del inmigrante…
Una de las consecuencias de la crisis en España ha sido la de
aumentar vertiginosamente las cifras de parados, hasta llegar en la actualidad
a casi 4.600.000 parados. EL desempleo
es uno de los factores clave que ha desembocado en un aumento de la morosidad
en España. Ante la falta de presupuesto para asumir todos los gastos son muchos
los que afirman “Prefiero dar de comer a mis hijos que al banco”, como dice
César Guerrero. Él es un ecuatoriano de
32 años que llegó a España en 2002. Hasta hace apenas un año no le había
faltado nunca trabajo, razón por la que en 2008 decidió comprarse un piso. Como
él, muchos otros inmigrantes llegaron a España durante la pasada década con la
expectativa de lograr un trabajo que pudiera mantener a su familia y darles un
hogar, y durante algún tiempo lo consiguieron.
Abdul Rahim llegó solo a España en el año 2002, y no tardó
demasiado en encontrar trabajo en el sector de la construcción, donde enlazaba
contratos por obra uno tras otro. En el año 2005 consiguió traer a su familia
de Guinea-Conakry, su país de origen. En aquel momento le pareció oportuno
comprar un piso, ¿por qué no? Tenía trabajo, a su mujer y a su hija, y el banco Banesto les daba un crédito de
200.000 euros. Actualmente, Rahim y su
mujer tienen tres hijos, de cuatro, seis y once años, y pocas posibilidades de
rehacer su vida. Ya hace 2 años que
Rahim se quedó en paro, y poco después dejó de pagar la hipoteca. Hoy por hoy ya ha sufrido dos intentos de
desahucio de su piso de Parla, que han conseguido ser frenados por el apoyo de
sus vecinos y de miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH).
El pasado 9 de enero fue el último intento, que de nuevo le dio a Abdul 1
mes más de plazo. Sin embargo y a pesar
del profundo agradecimiento que dice sentir por todos los simpatizantes con su
causa, su situación no hace más que empeorar. Durante la tentativa de desahucio
mantuvo a su mujer y a sus hijos alejados de las cámaras, intentando que los
pequeños no se dieran cuenta de lo que estaba pasando. Tiene un mes más, pero sabe que
ese plazo vencerá más pronto que tarde, y cuando ese momento llegue, afirma que
no tiene a donde ir. "Estamos a
8 de enero y solo tengo 30 euros en el bolsillo", se lamentaba Abdul
Rahim, un día antes del intento de desahucio. Su caso está siendo llevado por
un abogado de la PAH, que está intentando alegar motivos humanitarios para que
no llegue a efectuarse el lanzamiento.
Como Abdul, muchos inmigrantes llegaron a España dispuestos a
aprovechar las oportunidades laborales que este país les ofrecía, con la
intención de poder adquirir un hogar para ellos y su familia. “Para poder traer
a sus seres queridos normalmente uno de los primeros trámites es poder
demostrar que tienen un piso en alquiler o en propiedad”, afirma Ada Codau, una
de las fundadoras de la PAH, lo que ha implicado que muchos extranjeros se
entramparan en costosas hipotecas a fin de poder reunirse con su familia en
España.
En muchos casos, los extranjeros afectados por las ejecuciones
inmobiliarias deciden volver a sus países de origen, conscientes de que en
España tienen una deuda con el banco que difícilmente podrán pagar. Otros, sin
embargo, se ven obligados a quedarse, sabiendo que las deudas que ellos dejan
recaerán sobre los familiares o amigos que en su día avalaron el préstamo. "Me podría volver a
Ecuador, pero ¿dónde dejo esta conciencia que me atormenta?", lamenta Consuelo
Lozano, una ecuatoriana que lleva viviendo en España más de 12 años. Su marido está desempleado, y ella trabaja
por horas limpiando. Hace 5 años, cuando compró su apartamento en Torrejón de
Ardoz, su hermano le avaló para que pudieran darle la hipoteca. Él, a su vez, tiene su propia hipoteca que
pagar, y actualmente trabaja de chofer. Si ella decidiera marcharse recaerían
sobre él la deuda que el banco le exige a Consuelo, que supone más de 180.000
euros, a pesar de haberle confiscado ya el piso.
En una situación parecida se encuentra Nelly Moreira, de 45
años. El banco le concedió un préstamo por 200.000 euros, a pagar en 35 años, a
sabiendas de que los ingresos de Nelly y su hija no eran elevados. Cuando perdió el trabajo hicieron lo posible
por vender el piso, pero ya se había producido el estallido de la burbuja
inmobiliaria, y según afirma Nelly el piso se valoraba en la mitad de lo que a
ella le costó. A diferencia de ella, Consuelo pudo enviar de vuelta a sus hijos
de 13 y 15 años a Ecuador, con el consuelo de que, al menos allí, no les
persigue la deuda.
Las tasas de desempleo entre los inmigrantes durante el
tercer trimestre de 2011 se situaba en España en un 32,72%, es decir, aproximadamente
1.154.200 personas según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Mientras que en el mismo periodo, la tasa general de parados era de 21,5%. Vemos que existe una importante diferencia
entre ambos sectores, lo que convierte a la población inmigrante en un sector
especialmente vulnerable. Por otra parte, el informe publicado por la patronal
de grandes empresas de trabajo temporal Agett, asegura que el 65% de los
parados extranjeros se han generado durante la crisis, es decir, desde el
tercer trimestre de 2007. Uno de cada cuatro parados provocados por la crisis
forma parte del colectivo de extranjeros.
En consecuencia, un gran número de residentes extranjeros
han hecho ya las maletas para volver a
su país natal. Según el informe “Extranjeros residentes en España. Principales resultados”, dado a conocer a finales de
diciembre por la Secretaría de Estado, la cifra de ciudadanos de Ecuador, de
Colombia y de Perú, residentes en España se ha reducido en 6.496 personas. Hay un evidente retorno a los países de
origen, especialmente en el caso de ciudadanos de origen latinoamericano. El desempleo es la principal razón: "La gente está ahogada, así que les toca tomar el
retorno voluntario e irse, no les queda otra", afirma Magalí. "Es una pena porque
vinimos aquí buscando una salida al futuro, un progresar, persiguiendo un
sueño", dice la joven peruana. "Cuando llegué, pude ahorrar y pude
comprar mi terreno allá y construir. Ahora ya no se puede", reconoce,
sabiendo que vuelve a su país de origen con las manos vacías.
Para quienes consiguieron la nacionalidad española, no parece
presentárseles un futuro mucho más alentador. "Tenemos pasaporte español y
ésto me tranquiliza un poquito, porque podemos ir a vivir a otro país de Europa
donde las cosas estén mejor", afirma una joven colombiana que trabaja en
un bar de barrio. Sin embargo, eso
supondría volver a empezar de cero, especialmente teniendo en cuenta las
dificultades que supone desconocer la lengua de nuestros países vecinos.
Quizás algunos de los que antaño cogieron las maletas
persiguiendo el sueño del emigrante, han podido, durante algún tiempo, llegar a
ver el espejismo de un futuro mejor. Sin embargo, para muchos, el sueño ha
tornado en pesadilla. Un 20% de los
desahucios efectuados en los últimos años corresponden a inmigrantes.
En muchas ocasiones, el impago se debía a un aumento de la
hipoteca mensual en correspondencia con un descenso en los sueldos y el número de empleos disponibles.
Tradicionalmente en España, los extranjeros han ocupado en su mayoría puestos
de trabajo precarios, sin demasiada o con nula formación, concentrándoles en
sectores laborales como la construcción, que ha sufrido su particular crisis en
este país. Además, la bajada del precio
real de la vivienda tras el estallido de la burbuja inmobiliaria, les ha impedido
vender el piso para saldar la deuda, ya que el precio de tasación en la fecha
de compra era muy superior al precio de venta después del 2007.
El hecho de que una parte muy importante de los inmigrantes
residentes en España se dedicara a la construcción tampoco ha sido de mucha
ayuda. Los puestos de trabajo en este sector han sido drásticamente reducidos,
en un país donde, hasta 2007, la principal industria ha sido el ladrillo.
àLos que
hacían casas, se han quedado sin la suya…
En el año previo a la crisis, el 2006, se construyeron en España más viviendas que en Francia, Alemania y Reino Unido juntos. Una media de 15 casas por cada 1000 habitantes. Un porcentaje importante de población se dedicada directa o indirectamente a este sector. Mucha gente ha ganado dinero del ladrillo durante años: promotoras, constructoras, inmobiliarias, empresas del sector del mueble… Con el boom inmobiliario crecían miles de sociedades a expensas de la construcción, que como se aprecia en la gráfica, a principios de 2007 era uno de los sectores que más oportunidades laborales ofrecía.
Tras el estallido de la burbuja inmobiliaria en el tercer
trimestre del 2007, muchos de estos sectores han experimentado pérdidas
millonarias, tanto es así, que 150.000 empresas son ya historia. Desde el
inicio de la crisis, se han perdido mas de 1.100.000 empleos vinculados a la edificación
residencial, es decir, 6 de cada 10 parados generados por la crisis, procede de
la construcción.
Este conjunto presenta muchas características para ser
especialmente vulnerable a la crisis, y en particular a uno de sus más
devastadores efectos: los desahucios por impago. Se trata de un ámbito donde se han llegado a
cobrar sueldos muy apetecibles, sin exigir demasiada formación. Además durante
mucho tiempo no paraba de crecer la demanda de empleados para el ámbito de la
edificación. Ésto ha dado una falsa seguridad a muchos empleados de la
edificación, que no esperaban verse sin trabajo en tan poco tiempo.
Irónicamente, entre las familias que ha perdido su casa en los
últimos años, una parte importante basaba su economía en un sueldo (o varios)
procedentes del sector de la edificación.
El perfil de ciudadanos que encontramos en
situación de desempleo es muy variado. Por un lado encontramos el caso de los
jóvenes que desde muy temprano se dedicaron al oficios como la albañilería, muchos
sin llegar a terminar estudios como la ESO. Es el caso de José, un aragonés que
desde hace ya un año y medio no puede pagar su hipoteca. En su momento,
adquirió un piso de 40m2, por el que pidió un préstamo de 122.000€. Actualmente,
le debe al banco 10.000€ más de lo que prestaron. “Lo que me parece peor, no es
el hecho de que se queden el piso…, el problema es que luego sigues debiendo
dinero” dice su mujer “. “Ahora yo estoy
parao, llevo 6 meses sin trabajar, soy fontanero”. Hace unos meses contaba su caso para un
reportaje de RTVE llamado “Maldita hipoteca”, donde hablaba junto a su mujer de
la situación por la que estaban pasando. Ya le había llegado la orden de puesta
en subasta del piso, y como era de esperar, IBERCAJA, el banco al que le debía
el préstamo, se quedó con el inmueble, dejándoles a ellos a pendientes de una
orden de desahucio. “Llevan una mecánica
impresionante” -dice José tras salir del juzgado donde se acaba de subastar su
vivienda- “enseguida está todo hecho, le acaban de levantar el piso a una
persona sin inmutarse”. Este ciudadano
se lo toma con humor, pero para muchos supone noches y noches de lágrimas.
La frustración es el sentimiento que más parece repetirse a lo
largo de las distintas declaraciones de las personas pendientes de un proceso
de ejecución hipotecaria. El proceso legal hace que los implicados en
este proceso de ejecución hipotecaria no tengan prácticamente ninguna opción.
Los trámites son meramente informativos y fríos, sin dar al implicado
posibilidad alguna de justificar su situación.
También para muchos autónomos y sus familias, la crisis del
ladrillo ha derivado más pronto que tarde en un proceso de embargo. Es el caso
de María y su marido, residentes en un pueblo de A Coruña. Su marido trabajaba por cuenta propia como
pintor, y ella lo hacía para el hotel Sada Marina, de donde la despidieron por un ERE. Las
deudas que acumulan son de 63.000 euros, y el valor de tasación de la propiedad
estaba en 124.000. “después de toda una vida”, como dice María, se han visto
obligados a abandonar la que ha sido durante tanto tiempo su casa, sin apenas
tener tiempo de recoger sus pertenencias. “Lo único que pedimos es que nos acepten
la dación en pago...” “sé que debo, sé que tengo que pagar, pero por favor, ya
les entregué mi casa” lamenta la mujer.
En el caso de parados que se han dedicado durante toda su vida
a la construcción y tienen más de 50 años, la situación se agrava, dado que las
posibilidades de que encuentren trabajo en su sector son muy reducidas, y son
considerados “demasiado mayores” para iniciarse en otros sectores económicos.
àDesde
trabajadores a clase media: nadie se libra
Quizás lo más escalofriante de esta situación de crisis, de
embargos, de morosidad de por vida, sea el hecho de que nos puede pasar a
cualquiera. Las clases medias, los que han tenido buenos suelos durante mucho
tiempo, no están a salvo de ser inmunes
ante un desahucio. “Aunque tengas un trabajo
fijo, nunca hay seguridad plena”, dice un joven afortunado que en los últimos
meses acaba de comprar su vivienda. Los
desahucios ya no llegan solo a los sectores marginales de la sociedad, que
carecían de una preparación para defenderse ante el monstruo de la
burocracia. Lejos de ello, cada vez son
más las familias que han vivido bien, incluso con lujos de cuando en cuando,
siendo a veces dueños de sus propias empresas, y que ahora por diversas
situaciones se ven arrastradas a una vorágine de deudas que no termina nunca.
Perder el piso ya es lo de menos, lo verdaderamente dramático es lo que viene
después. Un futuro sesgado por una deuda que jamás se podrá pagar, y que el
moroso tendrá que seguir arrastrando aunque ya no tenga el piso, incluso aunque
el banco haya conseguido recuperar toda la deuda con la venta a un segundo
comprador.
El caso de Lluis Martí ha sido uno de los más mediáticos. La
presencia de los medios, vecinos y voluntarios de la PAH ha evitado 4 veces su
desahucio. Mientras espera la nueva
notificación judicial, vive en una caravana que le prestó un amigo y tiene
aparcada en el jardín. “no te esperas una crisis como ésta” dice el afectado.
Tiene una casa grande, a las afueras de Tarragona. Sus problemas económicos
empezaron en 2008. Él trabaja en la
reparación de motos, y está especializado en motos de trial. Para adquirir el
traspaso de un taller rehipotecó su casa. En pocos meses el trabajo empezó a
fallar, el negocio ya no funcionaba, y poco después se convirtió en moroso. Su hijo, que vive ahora con su madre, de la
que Lluis está separado, pasa las tardes en la caravana haciendo los deberes, y
mientras Lluis busca desesperado una manera de conseguir rehacer su vida. Lluis
jamás hubiera pensado que algo así le podría pasar a él.
Lo mismo pensaron Monse y su pareja, Rafa. Él llegaba a ganar
en una gran empresa hasta 4.500€, tenía un buen puesto. Con la crisis hubo un
reajuste de personal y se vio sin trabajo. De eso ya hace 2 años, y ninguno de
los dos tiene trabajo actualmente. La
cuota de la hipoteca era de 1.500€, cantidad que ahora no pueden alcanzar, por
lo que ya llevan un año y medio sin pagar. Para intentar evitar un proceso de
embargo les han aconsejado, desde una asesoría, que se someta a un concurso de
acreedores, con lo que consigue aplazar la deuda un par de meses. Para empezar,
estar en un proceso concursal implica un bloqueo de las cuentas. Para cualquier
gasto al que el deudor deba hacer frente, como la luz, alimentos... debe
presentar los tickets y facturas, y no puede sacar dinero en ningún momento sin
la autorización de la administradora. Cada gasto tiene que estar siempre justificado. “Esto es peor que la
cárcel” dice Monse desesperada.
"Este problema
estalla primero entre los más vulnerables, pero el desmán cometido es tan
brutal que va extendiéndose. Y se debe a una gestión temeraria del riesgo por
parte de las entidades financieras", sostiene Rafael Mayoral, asesor
jurídico de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.
Más peculiar es el
caso que cuenta El País de una hipotecada de 70 años. A diferencia de las casas
que hasta ahora veníamos viendo, la tasación de ésta se encontraba en un millón
de euros. Pidió un crédito en 2007 para
poder seguir viviendo en la que ha sido su casa durante 40 años, y el crédito
concedido fue de 837.000 y con la exigencia de la firma de sus tres hijos como
prestatarios. Tras una grave enfermedad,
y serias dificultades económicas dejaron de pagar la cuota mensual que llegó a
alcanzar los 5.000€. La familia ha
propuesto todo tipo de soluciones, pero hasta la fecha, ninguna se ha llevado a
cabo por la negativa del banco: Periodos de carencia, reducción de cuota,
dación en pago… Han intentado vender la casa, pero no han encontrado
comprador. Días antes de que el banco
iniciara la ejecución de la hipoteca, el abogado de la familia depositó las
llaves de la vivienda en el juzgado, intentando así forzar al banco a aceptar
una dación en Pago.
El motivo principal
por impago suele ser la pérdida del trabajo. El desempleo en los tiempos que
corren es un monstruo que ya recoge cifras de más de cuatro millones y medio de
parados. Entre ellos hay todo tipo de trabajadores, especialmente del sector
servicios y de la construcción, lo que hace que cualquiera, proceda del sector
laboral que proceda, pueda llegar a perder su empleo. Los recortes laborales,
en este sentido, han llegado desde a altos ejecutivos que creían tener la vida
resuelta, hasta trabajadores que previamente a la crisis ya podían tener serios
problemas económicos para llegar a fin de mes.
àOtra sector vulnerable: mujeres con hijos
La Constitución Española garantiza en todo
momento la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Sin embargo, en la
vida real, encontramos a menudo diferencias entre ambos sexos, especialmente en
lo que a sueldos y oportunidad laboral se refiere.
La crisis,
sin embargo, no ha seguido criterios de desigualdad tan definidos como la
trayectoria habitual de la evolución del trabajo en España. En 2009, el número
de varones ocupados desciende más que el de mujeres. Es decir, en comparación
con el cuarto cuatrimestre de 2008, los hombres pasan a formar parte de las
listas del paro en un mayor porcentaje, un 7,9%, frente al 3,6% de las mujeres.
Del total de personas empleadas durante el cuarto trimestre de 2009, el
44% son mujeres, lo que rompe lo que había sido hasta la fecha la dinámica
habitual. En estas cifras, hay que tener
en consideración que el sector de la construcción, del cual proceden 6 de cada
10 parados a consecuencia de la crisis, está compuesto es su mayoría por
varones. Al caer en picado este nicho de
empleo ha descendido drásticamente la población activa masculina.
El
sueldo sí que presenta una muestra evidente de la distinta retribución a
hombres y a mujeres, acentuándose especialmente en los niveles más bajos de
salario. Según el informe del INE, las
mujeres más mayores son también mas propensas a percibir un salario menor. A esta situación, debemos sumarle el hecho de
que normalmente suelen ser las mujeres las que se hacen cargo de las personas
dependientes de la casa, ya sean menores, ancianos, discapacitados o enfermos,
y ésto suele llevarles en muchas ocasiones a ocupar puestos de trabajo en media
jornada para poder hacerse cargo de sus responsabilidades familiares.
Frente a esas dificultades para alcanzar una
renta similar a la de un hombre, las mujeres, en casos de separación o divorcio,
suelen hacerse cargo de los hijos, lo que implica una dificultad más para
encontrar trabajo, o alcanzar un trabajo de jornada completa.
Hasta la fecha no se ha realizado ningún estudio
estadístico que demuestre que las mujeres son más susceptibles de encontrarse
en una situación de desahucio por impago. Sin embargo, en base al estudio de
los artículos ofrecidos por la prensa, consideramos que abunda especialmente en
los medios los casos de ejecuciones hipotecarias a mujeres separadas, viudas o
divorciadas, que en muchos casos tienen uno o varios hijos.
Ana Belén Fernández Cerballos es madre de dos
hijos de 19 y 14 años, y está embarazada del tercero. Junto a su ahora ex
marido adquirió hace 7 años la vivienda sobre la que pesa ahora una orden de
embargo. Desde hace 4 años están divorciados, y dice no recibir ninguna ayuda
de su ex pareja, ni con la hipoteca, ni con la pensión de los niños. Ella ha trabajado en varios empleos, pero
actualmente se encuentra en el paro y tiene una deuda con la CAM de 80.000. A pesar de todo, Ana Belén es una mujer con
suerte. El día que se iba a producir la ejecución
de desahucio fueron muchos los que acudieron a la puerta de su casa en
Torrevieja para paralizarlo. Finalmente, la presión pacífica de vecinos y
miembros de la PAH ha conseguido paralizarlo momentáneamente. Con este margen
esperan ahora poder negociar con el banco algún tipo de alquiler social que
permita a Ana permanecer allí con sus hijos, a un coste que pueda pagar.
Los
vecinos de Raquel, en Barcelona, se concentraron junto a los miembros de la PAH
el día de su orden de desahucio para intentar que ella y sus dos hijos pudieran
permanecer en su casa. En el 1997, compró el piso con el que, por aquel
entonces, era su marido. Durante su matrimonio ya habían pedido dos
ampliaciones de hipoteca, y tras la separación, ella pidió otra para montar un
negocio que salió mal. Hasta la fecha,
ella vivía en el piso con sus hijos y solo le han ido saliendo trabajos
temporales por horas. Actualmente se enfrenta a una deuda de casi 100.000. “Por
mí, quédate el piso…pero la deuda
quítamela el problema no es que me desahucies, es que me estas desahuciando de
por vida”. A pocos minutos de la hora prevista para el llegada de la comisión
judicial, Raquel envía a sus hijos con su madre para que no estén allí en el
momento que se ejecute el desahucio.
Frente a la tardanza de la comisión, Raquel se persona en el juzgado,
donde le dice que se ha aplazado el lanzamiento de la vivienda, dándole a esta
barcelonesa unos meses más de respiro. “¡Sí se puede!, ¡Sí se puede!” gritan
los vecinos y voluntarios que hay frente a su casa, alegres de haber conseguido
aplazar un desalojo más.
à Dependientes desamparados:
Uno de los sectores que es por definición, de los
más vulnerables, es el de las personas dependientes. Se trata de ancianos que
viven en función de una pensión, personas discapacitadas cuya enfermedad les
impide trabajar o dificulta seriamente la búsqueda de trabajo, personas que
padecen una situación social de exclusión o marginación, personas con algún
tipo de enfermedad o trauma físico o psicológico… En definitiva, personas que
por unos motivos u otros no pueden valerse por si mismos.
Siempre ha
sido un colectivo predispuesto a las dificultades sociales y económicas, pero
ahora la crisis se ceba con ellos a través de los recortes presupuestarios en
materia de dependencia. Desde 2003 hasta 2010 fue subiendo ligeramente el gasto
publico destinado a personas en situación de dependencia, del 0,44 a principios
de 2003, hasta el 0,64 en el año 2010. En los últimos años, se han
reducido considerablemente las ayudas, además, lo han hecho de una forma
desigual en función de las Comunidades Autónomas.
Sin
embargo, para muchos, los problemas empezaron antes de los recortes
presupuestarios. Las pensiones apenas han subido durante años, mientras que las
cuotas hipotecarias parecían no parar de subir nunca. La situación se agrava cuando las pensiones
por dependencia tardan meses en llegar, o sufren errores como el que vivió Araceli Ramos. Tiene 47 años y sufre una afección pulmonar
por la que por ley le corresponde una pensión.
Su madre, Felisa Melián, con la que viven en una casa en Las Palmas,
padece Alzheimer a sus 79 años. Ambas tenían concedida una pensión, con la que
hacían frente a los pagos de la hipoteca y a los gastos diarios, hasta que sin
previo aviso, la pensión de Araceli fue anulada por un error, que dice
cometieron en los servicios de Seguridad Social. Desde entonces, hace ahora un año, no han
pagado la hipoteca acumulando una deuda de 4.000€. “Yo
me he movido para arreglar mi situación, pero no me permiten corregir el error
que han cometido. Ellos siguen cobrando su dinero como funcionarios, y la que
estoy en la calle soy yo”, se queja con amargura. Gracias al movimiento 15-M están intentando
reunir fuerzas para evitar el desalojo.
Sin embargo, lejos de darles una respuesta convincente a su problema,
que permita a las dos tener un lugar donde estar, la concejala de Asuntos
Sociales llamó recientemente a Araceli con el ofrecimiento de enviar a su madre
a una residencia y a ella a otra. “Le dije que yo soy minusválida, pero
no ‘menos válida’- explica- “y que la Ley de Dependencia es el derecho a vivir
con mi madre donde la cuide y la atienda, como llevo haciendo 17 años”. Esta mujer, que parece ser todo fuerza, dice
estar ya muy cansada de una lucha que no termina de entender. Para ellas, la
diferencia entre tener casa o estar en la calle ha sido de tan solo 4.000€.
En
el caso de Marisa, la presión social y la mediatización de su situación,
permitió que el banco cediera, ofreciéndole la posibilidad de pagar un alquiler
asequible con el que ella y sus tres hijos pudieran seguir viviendo en la que
había sido su casa. La incapacidad que
apartó a esta divorciada de poder seguir con su trabajo le pilló por completo
desprevenida. Trabajaba como enfermera
de UVI hasta que varias hernias discales la dejaron hace 6 años incapacitada. A su especial situación se suman las
dificultades de sus hijos. Uno de ellos es autista, y otro tiene una parálisis
cerebral. Tras perder su trabajo, su
capacidad adquisitiva mermó enormemente, pasando a ser pensionista, de forma
que ya no podía hacer frente a todos los gastos que acumulaba a fin de mes.
Tras varios intentos fallidos de negociar con el banco, y la subasta de su piso
que el banco se adjudicó por 218.000€, el banco le seguía reclamando una deuda
de 130.000€ junto a una orden de desahucio.
Su caso fue especialmente tratado por los medios, y seguramente fue eso
lo que removió la conciencia de sus acreedores, que le permitieron seguir
viviendo en el piso en un régimen de alquiler. “Lo que no acepto es que pasado
mañana, cuando yo ya no esté, van a volver a vender esta casa y se van a
enriquecer, y yo voy a seguir quedándome con una deuda de por vida… ¿de qué? No
me parece justo” dice Marisa, intentando contener las lágrimas.
à Los
avalistas en la cuerda floja.
Para muchas parejas jóvenes, la única forma de
conseguir una casa era entregar un aval que pudiera compensar las deudas en
caso de impago. Ese papel de avalista lo han desempeñado con frecuencia los
padres de alguno de los miembros de la pareja. Personas mayores que normalmente
ya habían conseguido pagar su piso a lo largo de muchos años, pasando a veces
para ello verdaderas penurias. Cuando se
trata de personas así, cuyo único propósito ha sido ayudar a sus seres
queridos, la situación se vuelve dramática. Especialmente por la relación entre
avalistas y deudores. “Esme veo en la calle. De verdad, yo para comer me busco
la vida, pediré donde sea, aunque tenga que pagar la pensión íntegra yo la
pago, pero Dios mío que no me quiten la casa, que es lo único que tengo” dice
Magdalena Cervigón entre sollozos, mientras su hija, la deudora, la abraza
entre lágrimas. “Todos sus sacrificios, toda su vida hundida…” murmura Isabel.
Dicen que
la culpa es uno de los peores sentimientos, de esos que no dejan dormir. Lo
mismo opina Alberto Urbistondo. “Le he roto los sueños de toda su vida”. Su
suegra fue el aval para un préstamo que pidió tras dar en quiebra con su
empresa inmobiliaria. Ya tenía varias deudas, y recurrió a una empresa de las
que prometen “reunificar las deudas y minimizarlas en cómodos plazos”. Alberto
afirma haber sido engañado por esta empresa financiera, que haciéndole un
préstamo de 65.000 ha conseguido una
propiedad con un valor de 200.000€, y sigue reclamándole la deuda.
à Y
mientras tanto, las casas vacías
Cuando nos paramos a pensar en la cantidad de inmuebles que
están actualmente vacíos, parece que nada de ésto tiene sentido. ¿Cómo es
posible que haya parques enteros de vivienda pública vacías, mientras están
echando a la gente a la calle?
Los bancos se han convertido en las nuevas inmobiliarias,
propietarios de una gran cantidad de pisos que han sido embargados, y que sin
embargo, no parecen tener opción a compra en bastante tiempo. Curiosamente, España es el país europeo con
más viviendas vacías. Se calcula que podría haber entre 5 y 6 millones de
viviendas que están deshabitadas. Esto
plantea varias posibles alternativas. Por una parte sería necesario plantear la
opción de ampliar considerablemente el número de alquileres sociales para
familias que estén en situación de desahucio o en riesgo de estarlo. Los sectores más vulnerables podrían
encontrar en ellos una salida digna a su situación, desplazando la posibilidad
de dejarles literalmente en la calle. En
este sentido, son muchas las voces que se alzan pidiendo al Estado una
intervención directa en la promoción de alquileres sociales, ya sea haciéndose
propietario de esos parques de viviendas u obligando a los bancos o promotoras
a aceptar el pago de alquileres razonables. La alternativa para muchas de esas
casas es simplemente estar vacía, así que supondría una ventaja para todos.
Otra medida que se está
llevando a cabo, cada vez con más frecuencia, es la okupación de espacios
públicos o incluso viviendas privadas que están vacías, para poder alojar a familias
que han perdido todo lo que tenían. Manuel ha trabajado en el sector de la
construcción toda su vida, y desde la crisis inmobiliaria está parado. En su
mismo barrio existen muchas viviendas de protección oficial vacías, que no han
sido asignadas aun. Desde que le embargaron la vivienda por no poder pagar las
cuotas, se metió en uno de los pisos vacíos de su barrio. Actualmente tiene una
orden de desalojo, y afirma que antes de que lleguen a ejecutarla, él y su
familia ya se habrán ido, pero para entrar en otra casa que esté
desocupada. En su misma situación están
familias con hijos, que han decidido hacer de la okupación una forma de vida,
por la imposibilidad de hacer frente a los pagos mensuales que la hipoteca les
ha dejado
à Una vulneración de todos los derechos. Un
atentado a la dignidad. Una vida truncada.
Verse obligados a abandonar sus casas supone para todos ellos
un durísimo tramite que merma con frecuencia su capacidad para salir adelante,
sin embargo, vemos, en la mayoría de los testimonios, que es algo por lo que
están dispuestos a pasar, si con ello acabaran sus problemas.
A la
entrega de las llaves del piso empiezan, para muchos los verdaderos problemas.
Las deudas que les persiguen no prescriben, a pesar de que el banco haya recuperado
la cantidad de la deuda con la venta del piso. Y los intereses por la hipoteca
de una casa que ya no es suya no hacen más que incrementarse, de forma que es
prácticamente imposible ponerse al corriente con los pagos. La caridad y el
trabajo “en negro” terminará siendo para la mayoría la únicas opciones de
subsistir.
La Plataforma de Afectados por la Hipoteca ha sido la primera
asociación en España dedicada a denunciar las injusticias que la ley española
alberga para los hipotecados. Sus campañas principales se centran en dos vías.
La primera, en una campaña de información sobre la dación en pago, que es la
primera exigencia que desde esta asociación se exige al gobierno. La dación en
pago implica que con la entrega del piso se anularía la deuda, de tal forma que
la persona afectada podría empezar de cero en otro lugar, libre de cargas. Es
algo que ya funciona en muchos países de Europa y también en EE.UU. Además se
pide que tenga un carácter retroactivo, de tal forma que las personas ya
desahuciadas puedan beneficiarse de la aprobación de esta ley, quedando así exenta
de sus deudas. En segundo lugar, la
campaña que más éxito está teniendo por ser la más práctica es la que están
llevando a cabo para intentar parar los desahucios, personándose por grupos en
la casa donde se va a efectuar el lanzamiento.
A lo largo de estos años han conseguido paralizar más de 136 desahucios,
y cada día suman más fuerzas para unirse a la causa.
Para muchos de los desahuciados, esta plataforma, y muchas
otras que se han formado a raíz del 15-M por toda España, han sido la única
esperanza de no perder sus casas. Y para
los que ya es tarde, desde ellas se sigue asesorando gratuitamente a los
desahuciados para hacer lo posible por mejorar su situación. Desde el inicio de
esta avalancha de ejecuciones hipotecarias, la mejor arma ha sido la visibilización
de los casos, especialmente de los más
dramáticos.
Pero son muchos más los casos que se quedan a oscuras.
à Podrías
ser tu
A lo largo de estas líneas hemos intentado hacer un recorrido
de los perfiles más susceptibles de sufrir un embargo de sus casas. Los hemos
tratado como bloques diferenciados, sin embargo en la mayoría de los casos
encontramos varios factores de riesgo entremezclados, lo que dificulta aun más
las opciones de esa familia para salir de esta situación de desamparo. Como recuerda Rafael Mayoral, abogado en la
Plataforma de Afectados por la Hipoteca, "los más perjudicados en los
procedimientos de ejecución son los más vulnerables: sin empleo, sin casa y
endeudados, no se les está informando de que tienen derecho a justicia
gratuita, lo que supone toda una vulneración de derechos
fundamentales".
Por desgracia, en los tiempos que corren, encajar en esa
definición de “vulnerable” es más fácil de lo que podría haberlo sido hace
años. La tasa de parados en España no hace más que ascender, y no parece que
haya avisos de mejoras cuando el actual gobierno firma una arrolladora reforma
laboral que apuesta por abaratar el empleo y degradar aun más las condiciones
de trabajo. Entre esos “vulnerables” están también quienes no han pensado jamás
verse en una situación de desamparo, y cada día se suman más a este carro
personas con puestos fijos, muchos de ellos incluso en las administraciones
públicas. “Hoy es él, pero podrías ser tú” narran en distintos foros anti
desahucios. Y no están equivocados. Nadie escapa a la posibilidad de un
despido, o a una mala racha, o a una circunstancia sanitaria o familiar que le
impida pagar religiosamente la cuota de la hipoteca.
Muchos expertos como Vicente Pérez, consideran que el verdadero
problema no es los 300.000 desahuciados que se han quedado en la calle en los
últimos años, eso es solo la punta del iceberg. En la cara oculta del problema,
encontramos cientos de familias que están pasando verdaderas penurias para
poder hacer frente a la hipoteca, quitándoselo de comer, de los gastos de sus
hijos… Según ADICAE, existe cerca de un millón de familias en peligro, que
están aguantando como pueden por mantenerse al día en el pago, recurriendo en
muchas ocasiones a la caridad para poder alimentarse.
Y aun así, el 97% de los españoles que tienen hipotecas, las
están pagando de acuerdo a sus contratos. De hecho, la deuda contraída por
promotoras y constructoras contra los bancos, es 6 veces superior a la
contraída por particulares.
Según Manuel Pardos, presidente de la Asociación de Usuarios
de Bancos, Cajas y Seguros, harían falta entre 300 y 500 millones de euros para
parar los desahucios durante al menos 3 años. Las opiniones sobre cómo
solucionar la situación general de desahucios masivos son muy diferenciadas
según al ámbito del que proceda la opinión. Señalar a un solo responsable
quizás sea simplificar demasiado los aspectos que este problema representa, por
eso es necesario contemplar la idea de una responsabilidad mixta que implique
en mayor medida a quienes mayor capacidad de decisión han tenido, que son
especialmente los bancos y financieras, que prestaban sin límite y sin evaluar
las posibilidades reales de recuperación del préstamo, y sin duda las
Administraciones, que han hecho oídos sordos al problema que se avecinaba por
los beneficios que el sector inmobiliario le reportaba al crecimiento económico
nacional.
Como solución financiera temporal, Manuel Pardos insta al
estado a asumir la cantidad necesaria para ofrecer a las familias en riesgo de
desahucio una moratoria de 3 años, a fin de acabar de forma inminente con una
injusticia humanitaria, en espera de una solución definitiva. Por desgracia
para todos, los anunciados tijeretazos del ejecutivo parecen no ir destinados a
solventar esta situación.
Mercedes Gª López de Rodas
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